jueves, 5 de diciembre de 2019

El aire de los tiempos

Por: Harvy Vivas P[1].

La incertidumbre, el desasosiego y el cúmulo de mentiras que desde las esferas del poder se han venido repitiendo, rompieron la tensa calma que hasta hace poco se respiraba en América Latina. El impulso decidido de expresiones multiformes de la protesta socialaparece en escena, combinando en muchos casos tendencias e intereses híbridos que no logramos dilucidar plenamente. 

Junto a estas multiformes revelaciones emanan las reacciones represivas que desde las esferas del poder nos llevan por la senda de aparatosas y violentas convulsiones,en sociedades con desigualdadesy fragmentación socioeconómicaprofundas, en las que incluso se nos priva del derecho de poder elegir nuestras propias derrotas.

¡Protestar quejarse es perder el tiempo y la peor manera de desperdiciar nuestra creatividad latente! Esa es la consigna que se impone desde el desgastado discurso de la gobernanza y que es amplificado por los esnobistas académicos de la creatividad, los gremios y los estafetas del poder mediático. 

¡Protestar quejarse es perder el tiempo y la peor manera de desperdiciar nuestra creatividad latente!Esaes la consigna que se impone desde el desgastado discurso de la gobernanza...

Los datos matan relatos y, por infortunio, el estilo novo de vida con su paisaje económico de libertad y creatividadprometido por el neoliberalismono logró impulsar los ciclos esperados de crecimiento económico con bienestar social. Pero tampoco lo logaron los populismos de izquierda ni los esfuerzos incompletos de los gobiernos progresistas de América Latina.

En este cuadro,  ¿qué pintamos los académicos? Para muchos, con justa razón en la mayoría de casos, persiste la agobiante sensación de que cerramos nuestros ojos y damos la espalda a loshechos sociales que nos avasallan día a día. Incluso, se puede llegar a pensar que la movilización estudiantil, la marcha indígena y los reclamos de la clase obrera, entre otros, resultan indiferentes a la mirada recelosa de los intelectuales y académicos apoltronados en nuestras zonade confort de clase media. 

A lo mejor asistimos hoya una época de cambio o de quiebre de nuestra capacidad de acción colectiva, tan debilitada por el miedo, la vulnerabilidad y el riesgo de la desaparición y la aniquilación en un medio acostumbrado a la barata eliminación del otro. Quizá, parafraseando a nuestro querido Atilio Borón - figura prominente del pensamiento progresista de A.L y con estatura intelectual semejante a la de Enrique Dussel - hemos cerrado los ojos y ahora estamos dotados de un fantasioso triunfalismo que nos lleva hacia la gran marcha con los botines de la nostalgia y las epifanías revolucionarias de los marxistas setenteros. 

NoHoy creemos con firme convicción aunque sea a través de los gestos emancipatorios dela escritura, la reflexión y el análisis que el aire de los tiempos que se respira en los recientes hechosrepresentan signos inequívocos de un cambio en el que los académicos jugamos un rol protagónico, junto a los estudiantes y actores más dinámicos en el estallido de la protesta social.   

Aunque todavía carecemos de plena claridad sobre los últimos sucesos, los indicios primarios pueden guiarnos y solamente sabemos que las acciones no son improvisadas ni espontáneas y que, por el contrario, pueden tener un vigor de gran alcance que el establishment intentará socavar a toda costa, tal y como se vislumbró en las recientes prácticas de pánico moral, que se ajustan de manera casi milimétrica a la lista de chequeo que nos enseñaron Stanley Cohen y Keneth Thompson a propósito de las formas sofisticadas de control social.   

En todo caso y sin lugar a duda, queda la tarea de rechazar sin ambages cualquier acción desestabilizadora de la protesta legítima. 

¿Por qué hay tanta inconformidad social y brotes de protestaen América Latina?   


Un intento derespuesta breve es que los regímenes de centro-derechaque imperan hoy en día (después de un cambio abrupto entre 2008 y 2019 cuando otrora gobernaba la centro-izquierda) afrontanuna dura prueba de estabilidad y de garantía del equilibrio social, desatado por los drásticos paquetes de reformas económicas,la profundización de la desigualdad y la caída en los precios de los commodities(materias primas). Por tal razónmuchos se tiran a las calles y expresan su descontento mediante vehementes cruzadas.


... se puede llegar a pensar que la movilización estudiantil, la marcha indígena y los reclamos de la clase obrera, entre otros, resultan indiferentes a la mirada recelosa de los intelectuales y académicos apoltronados en nuestras zonas de confort de clase media.


Para otras perspectivas, que exploran aristas alternativas para entender el estallido de la protesta social, el factor clave estriba en la pérdida de confianza en la democracia, las dudassobre la efectividad del sistemade mercado para otorgar bienestar, así como la corrupción de sus gobernantes. En este desenlace del drama latinoamericanofuerzas de diversos sectores sociales emprenden acciones concretas de protesta social y presionan a los gobiernos para que introduzcan cambios sustanciales.  

En estricto, ninguna de las explicaciones es completa y mucho menos autocontenida. Parece existir consenso entre los analistas acerca de la diversidad de las fuerzas motrices que desataron la crisis en Chile, Ecuador, Honduras, Haití, Bolivia y Colombia, pero no existe acuerdo alguno entre académicos e ideólogos acerca de los mecanismos de transmisión y los detonantes estructurales de las crisis, lo que en apariencia impediría de entrada abordar un estudio compacto de mayor alcance.   

Mediante una mirada rápida -sin reparo alguno a los factores estructurales del sistema económico y social- el argumento corriente esgrime que el entorno político, económico y social de cada país es particularmente complejo y que se presta a múltiples interpretaciones. Así, a la larga se impone la idea de que los episodios recientes solamente resisten análisis parciales de coyuntura social y económica, tal y como sucede en el caso de Bolivia, que a juicio de muchos analistas ilustra la singularidad de la crisis y sus móviles. 

Sin lugar a duda, desde el arribo de los gobiernos de centro-derecha, sus posturas ideológicas se embarcaron en la sistemática labor de desplegar su ímpetu beligerante,ejerciendo magistralmente una aguda combinación de fuerzas que van desde lapresión mediática, el control legislativo y de la justicia, además de la construcción de posverdades y ucronías. El proyecto prosigue con la crítica y la aniquilación política delos dirigentes y los líderes de la izquierda progresista, socavando lentamente las conquistas sociales y minimizando el poder transformador de los esfuerzos emancipatorios de América Latina.

En estricto, ninguna de las explicaciones es completa y mucho menos autocontenida. Parece existir consenso entre los analistas acerca de la diversidad de las fuerzas motrices que desataron la crisis en Chile, Ecuador, Honduras, Haití, Bolivia y Colombia...


Todo este escenario, en medio de varios hitos que a mi juicio resultan cruciales para comprender las raíces de la protesta social y que enumero brevemente: (i) la caída de los precios de las materias primas, después de un auge de mercado que no alcanzó para lograr transformaciones aún más profundas en la mayoría de países que había decidido tocar las entrañas de la plutocracia; (ii) los estragos del neoliberalismo, la nueva mirada del imperio a sus hijos menores y el saboteo a las conquistas progresistas alcanzadas por un pequeño puñado de países; (iii) los errores del populismo de izquierda y sus pobres resultados para introducir transformaciones estructurales que modificaran la matriz productiva, basada en los sectores de extracción; (iv) la férrea estrategia de ocultamiento de la corrupción y de las vendettas del poder que luego se vino abajo y no pudo ser escudada por el blindaje mediático y legislativo, que junto con el control de la justicia y la partidocracia, configuran el trípode del poder en América Latina. En el caso colombiano tendríamos que agregar un (v) hito, explicado por el caudillismo y el discurso populista de derecha que finalmente muestra signos de agotamiento, dejando el eco de sus furiosas letanías en manos de una figura trágica que fue predestinada para perpetrar el colofón del plan histórico trazado por la única derecha armada de América Latina. 

Posverdades, fake news y ucronías de un sujeto trágico


El  Presidente aparece en escena como un ser trágico, impulsado por múltiples e inexorables fuerzas que lo empujan por la senda de la fatalidad. Un sujeto abducido, escoltado por las Moiras y que prosigue su largo camino hacia el Hades. Un producto de la fatalidad, con un devenir lóbrego, que podríamos reinterpretar a la luz del pensamiento crítico de Eduardo Grünercomo unentidad fracturady con un destino histórico abyecto.  

 El Presidente aparece en escena como un ser trágico, impulsado por múltiples e inexorables fuerzas que lo empujan por la senda de la fatalidad. Un sujeto abducido, escoltado por las Moiras y que prosigue su largo camino hacia el Hades.

Heredero de una potencia heroicaque se diluye entre sus dedos, el Presidente lleva por delegación la energíade la resurrección uribista, la nostalgia de mundos ideales, perdidos, usurpados, robados y abandonados. Su misión, junto a su tropel de vencejos, rescatar la “retrotopía” (en el sentido que le confiere Zygmunt Bauman)y devolvernos la gloriosa“seguridad”históricade ese pasado arrebatado por fuerzas desleales y traidoras. Sus acciones, hacer trizas el proceso de paz, extraviar el camino de la reconciliación, ejecutar fórmulas económicas regresivas, deslegitimizar y criminalizar la protesta social, refundar la era de las posverdades y las ucronías con relatos alternativos y ficticios orientados a socavar la memoria histórica y adulterar los móviles de la barbarie producida por la guerra. 

Hay que reconocer, sin reserva alguna, que los dispositivos asignados al cumplimiento del inexorable destino, siguen su curso y actúan con sigilo mientras se logra marchitar el impulso de la protesta social. La desconfianza creciente y los hálitos de deshonestidad atribuidos a los actores implicados en la protesta, los falsos rumores y el pánico moral, operan de manera copiosa por las redes y son amplificados por los medios tradicionales (radio y televisión). Así, se proyecta una imagen en la pantalla global en la que parece diluirse la línea evanescente entre la verdad y la falsedad. Los mass mediatambién cumplen su función ‘heroica’, despliegan la potencia heredada por el Eterno. Se autocensuran e intentan esconder su sesgo ideológico con periodistas prominentes y genuflexos, que engañan a las masas amorfas mediante proyectos amañados de verificación de fuentes y datos para dar la sensación de objetividad e independencia, pero que a su vez nos evocan con sus prácticas la “presidencia de la posverdad” de la que hablara Eric Alterman cuando analizó las mentiras y falaces tropelías en la era de Bush y los ataques del 11S. 

Su misión, junto a su tropel de vencejos, rescatar la “retrotopía” (en el sentido que le confiere Zygmunt Bauman) y devolvernos la gloriosa “seguridad” histórica de ese pasado arrebatado por fuerzas desleales y traidoras.

Los dispositivos predestinados para ejecutar el plan histórico continúan su sigilosa operación y ahora el legislativo, con un desprecio absoluto hacia la protesta social del cuatro de diciembre, aprueban en primer debate a “pupitrazo” y sin titubeos la Ley Arias de impugnación y una Reforma Tributaria orientada a desmontar obligaciones impositivas a los grandes capitales. 


Cali, diciembre 4 de 2019












[1]Profesor titular del Departamento de Economía.

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